Observando el tejido empresarial, tanto español como internacional, resulta fácil identificar a una figura que lleva siglos cambiando el mundo: el emprendedor. Es el mayor empleador, el motor del crecimiento y desarrollo de la economía.
Si buscamos la palabra en el diccionario de la Real Academia Española, nos devuelve una heroica definición: “Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas”. Si recurrimos al imaginario social, probablemente nos vienen a la mente: Amancio Ortega (Inditex), Larry Page y Sergei Brin (Google) o Mark Zuckerberg (Facebook).
Tal vez sea esa la razón por la que casi el 70% de nuestros jóvenes querría crear su propio negocio, según hemos sabido con la I Encuesta Adecco Jóvenes Emprendedores. La imagen de grandes hombres y mujeres que han llevado un sueño tan lejos y han conseguido un éxito empresarial tan rotundo resulta sin duda evocadora para una juventud que busca referentes positivos. Tienen la alegría, las ganas y, en muchos casos, incluso las ideas. Lo que parece que no tienen nuestros jóvenes es el conocimiento: casi el 80% asegura que no conoce las políticas del Gobierno para el emprendimiento ni las posibilidades de financiación.
Su primera petición para el Ejecutivo en esta línea es que conceda más ayudas económicas para favorecer la creación de empresas (53%), por encima de la formación (8%) o la orientación (9%). Sin embargo, ¿saben de verdad los jóvenes qué oportunidades hay para ellos? ¿Tienen formación adecuada como para valorar la financiación que necesitan e identificar las fuentes a las que pueden recurrir? ¿Es cuestión solo de dinero o hay algo más?
Tal vez lo que necesitan los jóvenes españoles, ahora que hay escasez de peces, son más y mejores cañas para que puedan pescar por sí mismos. Sin negar la obvia importancia que tienen las ayudas, las subvenciones y la financiación, todos somos partícipes de una cultura en la que se consideran irreemplazables. A veces, incluso, les pedimos que llamen a la puerta del emprendedor.
Ayudemos a los jóvenes a ver nuevas posibilidades, apostemos por la formación y por la creatividad para que sepan maximizar sus recursos y aprendan a obtener fondos. Internet y las redes sociales han dado una nueva dimensión a prácticas que ya conocíamos como la financiación colectiva (crowdfunding) o las colaboraciones voluntarias (crowdsourcing). Animémosles a pensar más allá de los límites y a romper barreras. Hoy en día las ideas españolas pueden recibir financiación de cualquier parte del mundo: nuestros jóvenes no tienen más fronteras ni limitaciones para emprender que las que le puedan suponer la falta de conocimiento, de preparación o de espíritu.Al igual que con los fondos, los jóvenes tienen oportunidad de ‘captar’ conocimiento allí donde vayan: deben aprender de su entorno. Cuentan con herramientas inimaginables para las generaciones anteriores pero podrán sacarles mucho más partido si son, además, capaces de aplicar el conocimiento y la experiencia de otros. Escuchar, leer y abrir la mente a nuevas ideas y nuevos conceptos son los primeros pasos para convertirse en un emprendedor de éxito. La buena noticia es que todo esto se resume en un cambio de actitud y no necesita financiación. ¡Es gratis!
