¿A quién le interesa la Inteligencia Emocional?

Publicación
20 de marzo de 2013
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Imagen. Inteligencia Emocional: Cómo reconocerla Adeccorientaempleo

La Inteligencia Emocional (IE) ha sido definida en la década de los noventa como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, pudiendo relacionarnos adecuadamente con los demás y con nosotros mismos. Se trata, entre otras cosas, de poder percibir y responder apropiadamente a los sentimientos y emociones de quienes nos rodean.

Aunque los conceptos nos suenen demasiado abstractos, la IE de un entrevistado se reconoce por su capacidad de comunicarse hábilmente, interpretando rápidamente los códigos implícitos en una conversación. La Inteligencia Emocional no tiene que ver con entender sólo las palabras, sino también las miradas, posturas, gestos y “lo no dicho”.

Para un entrevistador, interactuar con un aspirante con un alto grado de Inteligencia Emocional, le permitirá que la conversación fluya rápidamente en el sentido que desea. El candidato sabe intuir lo que el entrevistador espera de él. Traducida al ámbito laboral, está destreza permite a los trabajadores comunicarse efectivamente y conseguir los objetivos deseados a partir de reconocer las expectativas de los otros e interactuar adecuadamente con ellos.

Pero, ¿qué ocurre si la Inteligencia Emocional no es una habilidad innata en nosotros? ¡No hay que preocuparse! La Inteligencia Emocional también puede ser adquirida. Si bien hay personas cuya capacidad comunicativa es inherente, existe la posibilidad de desarrollar habilidades para mejorar nuestra comunicación emocional con el entorno.

El primer punto a tener en cuenta es “saber escuchar”. Muy frecuentemente estamos más ocupados pensando en qué decir antes que en lo que se nos está diciendo. Pero es tanto o más importante escuchar atentamente a nuestro interlocutor: el sonido de su voz, las inflexiones, la velocidad y los silencios nos hablan también de sus emociones y pueden ser claves para brindar la respuesta esperada.

En segundo lugar, “saber observar”, porque los gestos, las posturas y las actitudes nos dicen mucho más de la otra persona que sus propias palabras y su voz.  Todos estos elementos combinados pueden indicarnos claramente el interés o las preocupaciones de nuestro interlocutor: si está cómodo, aburrido, irritado o cansado. Datos más que relevantes si queremos responder adecuadamente a sus expectativas.

La empatía, el saber “ponerse en el lugar del otro”, es una gran herramienta no sólo para una entrevista de trabajo, sino en todas nuestras relaciones sociales. Lograr tratar de “buena manera” las emociones y sentimientos de las personas con las que nos relacionamos, hará nuestra comunicación diaria mucho más fluida y efectiva.

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