No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
El vocablo procrastinar, del latín procrastinare (compuesto por “pro”, hacia, y “cras”, mañana), significa posponer algún asunto para el día de mañana. Cuando nos enfrentamos a un reto especialmente complejo o pesado, tenemos tendencia dejar el asunto para más adelante; este es un problema que, en mayor o menor medida, todos hemos padecido, ya sea durante nuestros años de estudio, con las tareas del hogar o, lo que es muy común, en nuestro trabajo.
Sin embargo, cuando procrastinar se convierte en un hábito problemático hay que contar con herramientas para poder hacerle frente y salir victoriosos. En primer lugar, debemos priorizar cuáles de nuestras tareas pendientes tienen más alta prioridad, y elaborar una lista para no olvidar nada y poder jerarquizar correctamente.
Una vez decidido el punto de partida, es necesario ser conscientes de un modo realista del tiempo que requiere, aproximadamente, la tarea de debemos realizar. Una vez hecha la estimación, puede resultarnos más sencillo ponernos a ello si “dosificamos” nuestros esfuerzos y nuestro trabajo a base de organización: si tenemos 10 días para terminar una tarea y nos proponemos hacer una parte proporcional cada día, el esfuerzo que requerirá ponerse a trabajar será menor que si lo dejamos todo para el último momento.
Si somos capaces de dividir el trabajo en cápsulas, tendremos menos tendencia a darnos por vencidos, ya que los retos y objetivos que nos proponemos en este caso son más sencillos de cumplir y respetar.
Otro consejo útil para evitar procrastinar es, una vez en marcha, tratar de evitarnos cualquier tipo de distracción. Si podemos desconectar de redes sociales, evitar tener la televisión encendida y tratar de no situarnos en lugares ruidosos o agitados a trabajar, el rato empleado en nuestras labores será mucho más productivo.
Finalmente, es alentador recordar la sensación de triunfo que experimentamos una vez cumplidos nuestros objetivos y, por el contrario, el rencor que experimentamos hacia nuestro “yo del pasado” cuando nos hemos excedido en nuestro nivel de procrastinación.