“Me quedé porque estoy enamorado de Bruselas”
Ramón vivía en el barrio madrileño de Lavapiés, trabajaba en el Congreso de Diputados como asesor parlamentario y disfrutaba mucho del movimiento y de la vida madrileña. Pero en 2003 se mudó a Bruselas donde su vida cobró un rumbo diferente: Fundó el Betacowork Coworking Bruselas y se enamoró de esta ciudad que le abrió un nuevo mundo de posibilidades personales y profesionales.
¿Hace cuánto tiempo que vives en Bruselas y por qué elegiste este destino?
Hace ya 10 años que vivo en Bruselas y estoy casado con una belga que tiene más ganas de ir a España que yo. Vine por una oportunidad laboral en el Parlamento Europeo y me quedé porque estoy enamorado de Bruselas.
¿Tenías trabajo y piso o los conseguiste allí?
Me vine con trabajo. Pasé una selección y me dijeron, “pasado mañana te mudas a Bruselas”, pero pedí unos días más y una semana después llegué a la ciudad con un par de maletas y mucha ilusión. Tenía un piso temporal que me había dejado mi predecesor y al poco tiempo acabé compartiendo piso con un antiguo compañero del Colegio Base (sí, sí, de cuando era un chaval). Luego me fui a vivir más al centro, que me atrae mucho, y he acabado entre la Grand Place y el Manneken Pis.
¿En qué idioma te comunicabas?
Cuando me mudé a Bruselas tuve la suerte de tener ya algunos amigos y chapurrear un poco de francés. Con el inglés se puede vivir sin problemas, pero a medida que fui aprendiendo francés me fue más fácil integrarme con la gente local y con otros extranjeros para los que es la lengua de uso cotidiano.
¿Qué es lo mejor de vivir aquí?
En Bruselas se vive bien. La gente es maja y relajada. Hay muchos restaurantes ricos y agradables. En general, hay más respeto hacia los trabajadores que en España.
¿Y lo más difícil?
Lo que más echo de menos es el humor madrileño, el poder echarme unas risas en español. Por muy bien que hable inglés y francés hay muchas cosas que no las siento igual, que solo me quedo satisfecho diciéndolas en español. Además echo un poco de menos el jaleo callejero de Madrid, la cantidad de tiendas, bares y restaurantes que hay.
¿Cómo describirías a la gente y las costumbres del lugar?
Majos, trabajadores, tranquilos, muy orgullosos de sus tradiciones. Buena gente.
¿Te costó adaptarte al cambio?
El cambio de ciudad no fue difícil aunque Bruselas y Madrid tengan personalidades tan diferentes. Creo que coincidió con un momento de cambio personal en mi vida que hizo que todo fuera más fácil.
¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera probar suerte allí?
Que aprenda bien inglés. Es el gran diferenciador y aquí el nivel es muy alto. Y además que no se corten, que de todo hay en todas partes. Con empeño y respetando a la gente se llega muy lejos.