Marie Curie, una mujer adelantada a su tiempo

Marie Curie, de origen polaco, se llamaba en realidad Marja Sklodowska y era la quinta hija de un matrimonio de maestros. Ella no se rindió nunca y buscó la manera de conseguir sus sueños. “La vida no es fácil para ninguno de nosotros, pero ¿y qué? Debemos tener perseverancia y, sobre todo, confianza en nosotros mismos”, repetía cada vez que alguien se sorprendía ante las dificultades que había tenido que sortear. No fueron pocas: en la época las mujeres no podían cursar ningún tipo de educación superior, por lo que Curie tuvo que arreglárselas para aprender todo lo que pudo en casa, con profesores particulares, viviendo su pasión científica en la clandestinidad. Años después viajó a París para culminar sus estudios de manera oficial y compartir sus descubrimientos con el resto del mundo.

En la vida de Marie Curie, París marcó un antes y un después: pasó de estar escondida a convertirse en la mujer pionera que estaba llamada a ser. Fue la primera mujer profesora en la Universidad de París, la primera mujer en ganar el Premio Nobel y la primera persona galardonada con dos Premios Nobel (Física en 1903 y Química en 1911). Lo consiguió gracias a su inteligencia, su tenacidad y también su valentía: “En la vida no hay cosas que temer, sólo cosas que comprender”, era uno de los mantras de esta polaca, que siempre se mantuvo crítica con la manera de enseñar en los colegios. “En la mayoría de escuelas se dedica demasiado tiempo a la enseñanza de la lectura y la escritura, y se mandan a los niños demasiados deberes, mientras que apenas se realizan ejercicios prácticos para completar su formación científica”, comentaba.

Este año se cumplen 82 años de la muerte de esta increíble mujer que, gracias a sus descubrimientos, cambió el curso de la ciencia; y gracias a su carácter nos enseñó que en la vida no hay nada imposible y siempre hay objetivos que cumplir. “Nunca me fijo en lo que he hecho. Sólo en lo que me queda por hacer”.