La generación Z, nacida a comienzos y mediados de los ‘90, se empieza a incorporar a las filas laborales y, con ella, nace un nuevo modelo de trabajador, más individualista, autónomo, práctico y con grandes habilidades para procesar información.
Si sus predecesores –la generación Y- eran reconocidos por sus habilidades para trabajar en equipo, la nueva quinta será mucho más individualista. Especialistas como Strauss y Howe, autores del libro Generaciones y de una polémica teoría generacional, consideran que tal es el funcionamiento de los ciclos generacionales, en los que los padres suelen reforzar las destrezas de sus hijos en aquellas cuestiones que ellos mismos han experimentado como una falta, para que esa tendencia no vuelva a repetirse.
La generación Y ha recibido mucha educación reglada. Han sido hijos muy obedientes y apegados a sus progenitores, han respetado las órdenes de los mayores y se han acostumbrado a recibir constantemente indicaciones y consejos. Por este motivo, se les ha dificultado mucho decidir con autonomía.
La nueva generación es, por el contrario, mucho más independiente. En la actualidad, la paternidad ya no suele ser tan dirigida y el autodescubrimiento es la regla. Los padres de hoy no se preocupan tanto por invertir dinero en academias de estudio, sino que suelen pasar más tiempo en casa con sus hijos, intentando aprender de sus propias experiencias.
Por otra parte, Sam Anderson explica en un artículo del New York Magazine que “el cerebro está diseñado para cambiar a partir de la experiencia. Una característica denominada neuroplasticidad. A medida que nos volvemos más hábiles en la tarea del siglo XXI -interpretar bits de información de forma veloz- el cableado del cerebro cambiará inevitablemente para tratar más eficazmente una mayor cantidad de información”.
Podemos pronosticar, por tanto, que nuestro cerebro será capaz de procesar cada vez con más facilidad los datos, producto del esfuerzo de esta generación nacida en la era digital y que evidencia enormes progresos en las tareas que envuelven el manejo de grandes cúmulos de información.
Lo cierto es que esta nueva generación Z habituada a la velocidad y la eficiencia, equipada con las mejores tecnologías y adicta a los mensajes instantáneos, es un grupo multifacético, que tenderá a aburrirse rápidamente y para el cual trabajar será sólo una parte más de las actividades cotidianas. El desafío para las empresas será entonces encontrar la forma de motivar a esta nueva generación y lograr no sólo su incorporación, sino, también, garantizar su permanencia.
