Un poco por amor y otro tanto por el encanto que le despertó la ciudad condal, Mariana se decidió a dejar Rosario (Argentina) y lanzarse a la aventura de descubrir una nueva vida en nuestro país. Su interés por integrarse a esta nueva sociedad y la buena predisposición que encontró en la gente del lugar fueron grandes estímulos para avanzar y crecer personalmente.
¿Hace cuánto tiempo y por qué decidiste emigrar?
Todo empezó con un viaje de ocio para conocer Barcelona y Madrid en 2004. Cuando llegué a la ciudad me quedé encantada con lo que tenía para ofrecer, playas, arquitectura, arte, naturaleza… Así que en 2006 decidimos, junto con el que era mi pareja por aquel entonces, instalarnos en Barcelona, un poco por amor a él y otro poco por lo cómoda que me había sentido en la ciudad y las oportunidades laborales que me parecían interesantes.
¿Tenías empleo al llegar? ¿Cómo lo conseguiste?
Tuve muchísima suerte porque unos días antes de llegar a Barcelona comencé a buscar trabajo por internet y me llamaron para una entrevista muy rápido, de modo que llegué un domingo, el lunes hice la entrevista y conseguí el puesto. ¡Mis compañeros de trabajo no podían creérselo!
¿Qué es lo mejor de la experiencia de vivir en esta ciudad?
Lo mejor de Barcelona es la multiculturalidad y la libertad de vivir a tu manera, sin que nadie te imponga un modelo a seguir o cómo debes vestirte. Ese anonimato que te permite disfrutar de la vida sin tapujos. Poder perderte en las calles de los barrios más bonitos y auténticos como el Born, Ciutat Vella o la Barceloneta. Disfrutar tanto de la playa como de la montaña. A esta ciudad no le falta nada.
¿Te ha costado adaptarte?
La adaptación no ha sido nada difícil, la gente te recibe con los brazos abiertos y nunca he tenido una mala experiencia al respecto. La gente local valora tus intentos por integrarte, que te intereses por aprender su lengua y su cultura, y creo que es la mejor manera de hacerlo, con respeto y participación.
¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje que te ha dado esta
experiencia?
Aprendí, fundamentalmente, a ser independiente. Y logré una mirada más amplia del mundo en general, de las personas. Aprendes a valorar cada momento, cada lugar nuevo que conoces y el universo de cada persona en particular que se cruza en tu camino.
¿Qué le dirías a alguien que quisiera probar suerte en el
extranjero?
Le diría que es una oportunidad muy buena para su crecimiento personal, que hay que creer en uno mismo y en sus capacidades y empezar a caminar este camino. Que con paciencia y perseverancia todo llega y que la satisfacción personal por los logros conseguidos es muy importante. Además de descubrir muchos mundos diferentes y elegir cuál quieres que sea el tuyo. Tu puedes construir tu propio espacio en una ciudad que te da la libertad para hacerlo. ¡Lánzate a la experiencia!
