La resiliencia y la fortaleza de María Belón
Aunque en su DNI aparezca 1966 como año de nacimiento, la María Belón que conocemos todos nació el 26 de diciembre de 2004. Por esas fechas estaba en un lujoso hotel de Tailandia con su familia –su marido y sus tres hijos– pasando las Navidades y leyendo la exitosa novela de ‘La sombra del viento’, escrita por Carlos Ruiz Zafón. Entonces, a la orilla de la piscina, escuchó un ruido enorme y llegó uno de los tsunamis más devastadores de toda la Historia, que acabó con la vida de cientos de miles de personas.
“Calculo que un segundo y medio fue lo que tardé en gritar: ¡Quique, los niños! Y creía que acababa todo aquí”, ha relatado la madrileña en varias entrevistas. Después, “golpes, más golpes y sensación de asfixia”. Quiso morirse, pero aguantó. Igual que su marido y sus hijos: Lucas (10 años), Tomás (8) y Simón (5), lo que les ha convertido a todos en un ejemplo de superación y de fortaleza. Ella, sin embargo, siempre ha asegurado que está viva por “azar” y que “el tsunami ha sido un regalo” para ella. “Mi vida es la que es. Sí, la muerte, la tuve muy cerquita, se ha convertido en mi mejor amiga y en todos los sentidos. Cada día tengo la sensación profunda de que es mi último día. Cada cosa que hago es lo último que voy a hacer y eso me hace vivir la vida de una manera distinta“, explicaba recientemente en una entrevista televisiva.
Su historia es conocida por todos, ya que Juan Antonio Bayona quiso contarla en una de las películas más taquilleras del cine español: ‘Lo imposible’. María Belón decidió involucrarse directamente en la realización del filme y, de hecho, viajó hasta Tailandia durante la grabación. También trabajó con los guionistas para asegurarse de que su historia se contaba con precisión y recogió el Goya a la Mejor Película, que dedicó a todas las víctimas.
Después, ha seguido trabajando para dar a conocer su historia y mentalizar a la gente de la necesidad de contar con la máxima información para hacer frente a una catástrofe natural de esas características. “Si hubiéramos sabido qué hacer, el número de víctimas no habría sido tan brutal”, asegura.