La Inteligencia Emocional es aquella capacidad que tenemos de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás. No tiene que ver sólo con la escucha activa, sino también con lo no dicho. Es decir, con observar los gestos, las miradas y las posturas para captar que es lo que nuestro interlocutor está sintiendo o pensando y que no está verbalizando. Y también con ser conscientes de qué transmitimos nosotros con nuestros gestos. Hoy en Adeccorientaempleo te damos algunas pistas para mejorar tu capacidad de reconocer qué están sintiendo los otros a través de su lenguaje corporal.
Para desarrollar la inteligencia emocional, lo primero que debemos hacer es mejorar nuestra capacidad de observación. Debemos ser conscientes, cuando hablamos con alguien, que lo que hace con su cuerpo y su cara en el momento que habla -o que calla- nos podrá transmitir algunas claves de lo que realmente está pensando o sintiendo. Por eso es muy importante ser conscientes que debemos prestar atención a sus movimientos, gestos y posturas. Eso sí, sin dejar de escuchar atentamente lo que nos dice.
¿Y a qué debemos mirar?
- El rostro. Ya lo dice el refrán, la cara es el espejo del alma. Una mirada, una sonrisa, un movimiento de cabeza o uno de cejas pueden ser muy reveladores a la hora de conocer qué piensa una persona sobre lo que se está hablando. Por ejemplo, una mirada esquiva o hacia el suelo puede ser reflejo de estar en desacuerdo con lo que se está hablando o de estar ocultando algo. Por el contrario, cuando una persona nos mira a los ojos mientras hablamos, con una sonrisa relajada, nos está demostrando seguridad y confianza.
- Las manos y los brazos. A través de los gestos que nuestro interlocutor haga con las manos y brazos también podremos conocer mucho sobre cómo se siente. Por ejemplo, una persona que no deja de jugar con algún elemento que tiene cerca mientras habla puede estar nervioso. O si una persona cruza los brazos puede ser un indicador de que se ha puesto a la defensiva o está enfadado.
- El cuerpo. Cuando estamos tensos nuestro cuerpo también lo refleja poniéndose más erguido. Si nos sentamos con las piernas cruzadas y los brazos detrás de la cabeza, estamos transmitiendo mucha seguridad y seguramente también un sentimiento de superioridad. Si por el contrario, nos sentamos al borde de una silla, lo que estamos transmitiendo es una cierta inseguridad. Y si cuando andamos lo hacemos de forma despreocupada y rápida, demostraremos estar tranquilos y ser proactivos.
