Howard Schultz, el hombre que llevó a Starbucks a lo más alto
Hoy en día todo el mundo sabe qué es Starbucks y mucha gente ha oído hablar del flagrante éxito del CEO de la compañía, Howard Schultz, quien atesora, según las últimas estimaciones, un patrimonio valorado en más de 6.000 millones de dólares. Lo que no se conoce tanto es la historia de superación que hay detrás de este empresario, que desde bien pequeñito tuvo que enfrentarse a las horribles consecuencias de la pobreza.
Nació en Brooklin (Nueva York) en 1953, era el mayor de tres hermanos y sólo tenía siete años cuando su padre, sin seguro ni cobertura médica, se rompió el tobillo mientras trabajaba como conductor de camiones. Perdió el empleo y los ingresos de la familia desparecieron de un día para otro, por lo que tuvieron que enfrentarse a una época difícil, obligados a sobrevivir con muy poco. Schultz pudo ir a la Universidad gracias a una beca deportiva, aunque finalmente decidió abandonar el fútbol y tuvo que pagar sus estudios con trabajos esporádicos de camarero.
Al terminar su carrera, no tenía muy claro qué quería hacer con su vida, pero aceptó un trabajo en una estación de esquí de Michigan primero y otro relacionado con las ventas en Xerox después. Tras tres años de visitas a puerta fría, se incorporó a una empresa que vendía artículos para el hogar y que, sin duda, fue su primer trampolín profesional. Allí demostró sus dotes de liderazgo y su tesón, que le llevaron hasta los puestos de vicepresidente y gerente de la compañía.
De esta manera conoció a Starbucks, por entonces una pequeña cafetería con tres establecimientos en Estados Unidos, en los que vendían café de importación a particulares. Le pidieron unas cafeteras para su negocio y él se interesó por sus ideas: le gustó la propuesta del café gourmet y la pasión que ponían los dueños de Starbucks, así que les propuso entrar en la compañía como director de Marketing. Ellos aceptaron y Schultz comenzó a trabajar para Starbucks en 1982. Ese mismo año, durante un viaje a Italia, descubrió los famosos cafés de la zona y quedó enamorado de ellos. Tanto que regresó a Estados Unidos con la idea de revolucionar Starbucks, pero sus dueños no lo veían claro.
Ante la imposibilidad de llevar a cabo sus propuestas, Schultz abandonó Starbucks en 1985 y fundó su propia compañía, Il Giornale. Desde el primer momento, fue una apuesta revolucionaria que cambió el concepto del café que se tenía hasta entonces en Estados Unidos. Tal fue su éxito que, dos años más tarde, compró Starbucks por 3,8 millones de dólares. Por entonces tenía solo seis tiendas funcionando y Schultz se propuso renovar la carta de productos y apostar por un diseño común en todas ellas, con identidad propia. El éxito fue arrollador: en muy poco tiempo se multiplicaron el número de cafeterías en EE.UU. y otros países mostraron interés por tener Starbucks dentro de sus fronteras. La primera tienda que se abrió fuera de Estados Unidos fue en 1996 en Tokio.
En 2007, veinte años después de la compra de Starbucks por Il Giornale, facturaba más de 9.400 millones de dólares y se había convertido en uno de los principales proveedores y tostadores de café del mundo. Tenía más de 10.000 establecimientos en todo el mundo y contaba con más de 140.000 empleados. Todo un imperio que no ha parado de crecer económicamente y que, además, se ha convertido en una de las empresas mejor valoradas para trabajar en ellas.
Una sorprendente historia que vuelve a demostrar que con mucho esfuerzo y grandes ideas se puede conseguir lo imposible.