“Francia siempre te acaba abriendo los brazos”
¿Hace cuánto tiempo y por qué decidiste emigrar a Francia?
Estudié Derecho Hispano-Francés en la Universidad Complutense. Cuando me decidí por esa carrera no sabía cuánto tiempo viviría aquí, pero sí que la estancia mínima en París sería de dos años.
¿En qué ciudades has vivido y cómo han sido las experiencias?
Al final la experiencia en París alcanzó los 10 años, otro año viví en Bruselas y a Niza nos mudamos hace más de tres. Aquí han nacido mis mellizas, María y Carmen.
¿Ha sido difícil la adaptación?
Lo cierto es que no, llegué con 20 años a un nuevo país y muchas ganas de descubrirlo todo. Había cursado el grado superior de francés en la Escuela de Idiomas y me desenvolvía sin problema con la lengua. Lo difícil en la expatriación creo que viene con el paso del tiempo, cuando esa sed por descubrir y aprender se ha saciado. Entonces es cuando vemos que nuestros padres se van haciendo mayores, que nuestros amigos y familiares van construyendo etapas que nos perdemos de cierta forma por no vivirlas de cerca. La expatriación aporta muchas cosas positivas pero no deja de ser nunca un desafío porque tienes que vivir con ciertas carencias.
¿Cómo describirías a los franceses?
Francia es un país lleno de riquezas culturales y naturales y la provincia de los Alpes Marítimos condensa mucha historia y algunos rincones de belleza especial. Sus habitantes se sienten muy orgullosos de esta tierra y miran con algo de recelo a quienes desembarcan para instalarse, pero Francia es un país que siempre acaba abriendo los brazos.
¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera probar suerte allí?
Que no lo dude. Niza no acapara tanta atención como otras grandes ciudades francesas, pero cuenta con dos zonas económicas donde se concentran muchas empresas (Sophia-Antipolis y Mónaco) y goza de una situación geográfica excepcional para los amantes de la playa y la montaña.