El triunfo es consecuencia de la plenitud interior
Un buen líder debe ser humilde “para estar en contacto con la realidad y analizar bien las sorpresas, los errores, levantarse cuando uno cae y gestionar bien el éxito cuando éste llega. Es una de las ideas que defiende el profesor del IESE Business School, Santiago Álvarez de Mon, quien considera que la humildad es la prueba de la inteligencia “La inteligencia debería empujarnos hacia la humildad, a saber exprimir el viaje, que es la vida”, destaca, añadiendo que “la inteligencia soberbia y autocomplaciente es una contradicción”.
Para Álvarez de Mon también es muy importante aprender a perder, porque tarde o temprano nos pasará. “Nos han entrenado en la victoria, en el éxito, en el agrado,… ¿Ya la otra orilla?”, se pregunta. “La otra cara es la oscuridad y por lo tanto hay que aprender también de ella”, defiende, poniendo un ejemplo: “A los grandes deportistas, los grandes campeones, como por ejemplo a Rafael Nadal, les gusta ganar. Nadal gana muchísimas veces más de las que pierde porque en lugar de abrumarle la posibilidad de perder, la da por descontada y tiene una relación fluida con ella. Y como no le angustia perder, pues gana. Es como el que intenta dormirse. Cuanto más lo intentas, más te crispas”. El profesor del IESE Business School lo tienen claro. El objetivo nunca debe ser ganar. “Ganar es la consecuencia de hacer las cosas bien”, dice.
¿Y un consejo? Ser optimista, pero realista. “El optimista es aquel que está juntando un partido que está muy complicado e incluso perdiendo se aferra a su talento, esfuerzo, trabajo, pelea como nunca y acaba ganando el partido”, dice Álvarez de Mon, “y lo gana porque lo ganó antes en su cabeza”. “El triunfo exterior es consecuencia de la plenitud interior”, concluye.