El Design Thinking, una metodología para resolver problemas complejos

Publicación
30 de mayo de 2018
Lectura: 2 minutos
Design thinking. Innovación. Creatividad. Productividad.

¿Necesitas desarrollar un producto o servicio que dé respuesta a las necesidades de tus clientes y no sabes cómo afrontar este reto? Cada vez más a menudo, las organizaciones más innovadoras y con más oportunidades profesionales usan la metodología de trabajo conocida como Design Thinking, una metodología que se centra en las personas y que utiliza herramientas del ámbito del diseño para la resolución de problemas complejos desde la perspectiva de la creatividad y la utilización de métodos de trabajo no convencionales.

Para poder aprender sobre el Design Thinking, existen algunos cursos introductorios que permiten tener una nueva perspectiva pero, la clave es aplicarlo a todos los procesos de la empresa.

De esta forma, apostando por la creatividad y la innovación se pueden llegar a diseñar nuevos productos y servicios, a encontrar soluciones a problemas complejos o, incluso, a redefinir procesos de producción. Para saber cómo funciona, vemos a continuación sus fases:

  1. Empatizar: La principal fuente de inspiración del Design Thinking son las personas y lo que estas experimentan ante una situación o problema concreto. Por ello, realizar investigaciones a partir de estudios de mercado, focus group o datos no es suficiente. Esta metodología requiere empatizar con las personas y ponernos en sus zapatos.
  2. Definir el problema: Una vez conozcamos a la perfección a las personas para quienes estamos intentando resolver el problema o necesidad, podremos centrar nuestro objetivo y detectar dónde están las áreas de valor y las posibles fuentes de conflicto.
  3. Idear posibles soluciones: Es el momento de salir de nuestra zona de confort y lanzar ideas sobre posibles soluciones. Esta fase se basa en llevar a cabo procesos de brainstorming entre personas de diferentes disciplinas o departamentos. Estamos en un momento en que todas las ideas son válidas y posibles, por descabelladas que parezcan.
  4. Hacer prototipos: Llegados a este punto es el momento de hacer realidad las ideas de la fase anterior a través de un prototipo físico o digital.
  5. Evaluar y testear: Finalmente, hay que validar los prototipos con los usuarios del producto o servicio para comprobar la eficacia del producto o servicio. Esta interacción nos permitirá mejorarlo y ajustarlo progresivamente a las necesidades de nuestro cliente final. Si en esta fase nos encontramos con algún problema no solucionado, deberemos volver a las fases anteriores, en cambio, si obtenemos la satisfacción plena del usuario, el producto o servicio estará listo para su lanzamiento.
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