Cuando llegas a cualquier nuevo espacio debes preocuparte por entender cómo funciona y buscar, como si fueras una empresa, tu nicho. Es decir, debes procurar encontrar tu espacio sin ocupar el espacio ajeno. El primer día en una oficina no deja de ser el primer día en un nuevo espacio. Por ello, debes procurar conocer a todo el mundo, generar una primera impresión y, suavemente, ir buscando tu propio espacio.
Lo primero y, seguramente, más importante son las presentaciones. Llegas a un espacio donde el resto de gente está acostumbrada a estar y tiene sus relaciones establecidas. Debes saludar a todo el mundo e intentar asociar caras y nombres. Todo el mundo entenderá que vuelvas a preguntar su nombre durante la primera semana, pero debes procurar retener el máximo de información. Así que tu primer día de trabajo procura llegar con la mente despejada y, aunque intentes que no se note, dispuesto a recordarlo todo.
Otra cuestión importante es la forma de saludar a tus compañeros. En nuestro país, los dos besos son para las mujeres y los apretones de manos para los hombres. No obstante, cada persona tiene sus códigos así que antes de abalanzarte sobre otro observa su posición corporal e intenta que sea el otro el que marque el tipo de saludo.
Encaja en el lugar. La mejor manera de encajar en un lugar es cambiando como un camaleón, que en función del color exterior adopta el propio. Por tanto, cuando vayas a hacer la entrevista fíjate en cómo se visten el resto de empleados y procura buscar un look similar para tu primer día (y los siguientes). No se trata de que te disfraces ni de que pierdas tu estilo, se trata de facilitarte la entrada y un buen conjunto siempre ayuda a encajar.
Finalmente, conoce la oficina y no te preocupes si no sabes todo sobre la organización del espacio el primer día. Intenta recordar las cosas más básicas y acostúmbrate a tu mesa, tu ordenador, a tus compañeros más próximos y, si en algún momento no sabes algo, pregúntalo. Nadie se molestará, porque todos han tenido “su primer día”.
