Aprovecha tus debilidades
Nuestras fortalezas son aquellas cualidades y habilidades que debemos potenciar. Eso es relativamente fácil hacer. No lo es tanto cuando se trata de nuestras debilidades, de aquellas cosas que nos hacen sentir inseguros delante de los otros. En ese caso, es aún más importante ser capaces de aprovecharlas. Poner nuestras debilidades de nuestra parte es posible.
Lo primero que debes hacer es reconocer esas debilidades y aceptarlas. Todo el mundo, hasta aquellas personas que se muestran más seguras de si mismas, tiene puntos débiles. Pero seguramente ellas no los esconden, sino todo lo contrario. Los aceptan como parte de su personalidad. Y si les pueden sacar partido, lo hacen. Si tú eres capaz de hacer ese proceso, tendrás mucho de ganado. Además, mejorará tu autoestima.
También puedes trabajar por cambiar la percepción que tienes sobre esas debilidades. En muchas ocasiones, aquello que nosotros creemos que es negativo, puede ser percibido también de forma positiva. Por ejemplo, ¿tu mayor debilidad es no saber decir que no? No te enfades cada vez que aceptes un nuevo proyecto, piensa que lo estás haciendo porque eres una persona vital y motivada, que te gusta colaborar con todo aquello que puedes. No se trata de que no trabajes la habilidad de saber rechazar un proyecto cuando lo creas necesario, sino en que veas el potencial de esa característica.
Si, a pesar de intentar cambiar la percepción sobre tus debilidades e intentar verlas como una fortaleza, no lo consigues, es momento de trabajar para cambiarlas. Otro ejemplo, si tu mayor debilidad es ser una persona desorganizada, márcate como objetivo revertir esa situación. Hazlo fijando pequeñas acciones y trabaja de manera consciente para conseguirlo. Si lo haces, aprovecharás una debilidad para ganar una fortaleza.