6 errores que arruinan tu comunicación
Publicación
16 de junio de 2014
Lectura: 2 minutos
Ya hemos insistido muchas veces sobre la importancia de tener una buena comunicación en el ámbito laboral para lograr un mayor rendimiento profesional y satisfacción personal. Independientemente de que seamos empleados, supervisores o jefes, la comunicación en el lugar de trabajo debe basarse sobre los presupuestos del respeto, la igualdad y la libertad de expresión. Aquí te contamos cuáles son algunos de los errores más comunes que impiden que ésta se dé en forma abierta y fluida:
- No escuchar. Durante una conversación es tan importante hablar como escuchar. Y aunque parece algo obvio, ‘saber escuchar’ no es tan sencillo. No se trata sólo de entender las palabras que se nos dicen, sino de interpretar los contextos y comprender a las personas y sus historias. Significa entonces ‘interesarse por el otro’. La falta de interés es la principal barrera a la hora de generar vínculos más estrechos con los demás que nos faciliten una comunicación con ellos.
- Monopolizar la conversación. Para que la comunicación sea eficiente es fundamental que todas las partes involucradas puedan manifestar su punto de vista y compartirlo con los demás. Hay personas que, por su facilidad de palabra, tienden a dominar las situaciones e impiden que otros se expresen. No interrumpir a los demás y darles oportunidad de hablar es el modo de abrir el diálogo y evitar la monopolización.
- Presuponer, prejuzgar y considerarse dueño de la verdad. La idea de que existe una verdad única y que es la que nosotros conocemos hace imposible la comunicación con cualquier persona que piense diferente. Existen quienes menosprecian las ideas de los demás por creer que las suyas son siempre mejores. Pero una comunicación fluida y enriquecedora sólo es posible si revertimos esta tendencia y somos capaces de estar abiertos a nuevas realidades para incorporar los conocimientos y experiencias de los demás y mejorar así nuestro propio rendimiento y el del grupo.
- Dar consejos prematuros o no solicitados. Muchas personas se sienten siempre en la necesidad de decirle al otro cómo debería actuar o qué debería pensar. Esta actitud, aunque muchas veces esté motivada por buenas intenciones, es altamente perjudicial para la comunicación. No sólo impide que la otra persona se exprese con libertad, sino que también le genera malestar e incomodidad al sentirse continuamente acosado por estas observaciones.
- Críticos y jueces. Muy de la mano de quienes se consideran dueños de la verdad, están quienes se arrogan el derecho de sentenciar a otros por sus opiniones. Evidentemente así como el prejuzgar impide que exista comunicación, el juzgar la destruye. Frente a estos falsos jueces, el resto se siente intimidado y exigido y construir un diálogo enriquecedor resulta imposible.
- El miedo. La falta de seguridad en uno mismo y en nuestras propias opiniones impide muchas veces que podamos expresarlas y compartirlas con los demás, sin reparar en el hecho de que confrontar es la clave para que surjan nuevas y mejores ideas. Animarse a compartir opiniones es el único modo de sacarle verdadero provecho a la comunicación.
Todos estos vicios generan un malestar en el ámbito laboral que se traduce en resentimientos, malos entendidos y abiertas rivalidades. Esforzarnos por mejorar la comunicación es también crear un ámbito más saludable y placentero para todos.
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