Josep Miralvé es un consultor informático catalán de 34 años cuya inquietud por conocer otras culturas lo llevó a abandonar su país de origen para vivir nuevas experiencias. Actualmente reside en Bruselas y recuerda sus primeros pasos en esta aventura.
¿Ya tenías trabajo antes de llegar o lo conseguiste allí?
Conseguí trabajo desde España. Me costó un poquito al principio debido a mi nivel de idiomas, pero el no tener un destino fijo me ayudó mucho. Apliqué al mismo tiempo en ofertas de trabajo de todo el mundo, priorizando Europa. Utilicé páginas web y agencias de trabajo especializadas en mi sector a nivel internacional.
¿Cómo es la vida y la gente en Bruselas?
A parte del clima, que siempre es una cuestión difícil viniendo de Barcelona, estoy encantado con la vida en mi nueva ciudad. El nivel de calidad de vida creo que es superior aquí que el que podría tener en Barcelona. El balance entre poder adquisitivo y el coste de vida es más equilibrado y, sobre todo, la posibilidad de compaginar vida profesional y personal me enamoró. Escuchar un día a mi compañero de trabajo con toda naturalidad decir “esta tarde trabajaré desde casa porque al mediodía voy a ver una competición de piscina de mi hija”, me marcó. Nunca había imaginado una cosa similar antes y ahora soy yo quien salgo antes del trabajo para ir a buscar a mi novia o quien trabaja desde casa para poder pasar tiempo con mi familia en Barcelona.
¿Te adaptaste fácilmente o te ha costado un poco?
Bruselas es una ciudad particular, en parte gracias a ser la capital europea; esto hace que haya un gran número de extranjeros venidos de todas partes del continente. Hay tantas nacionalidades diversas que al final es como si todos fuéramos gente local. La integración fue muy fácil y rápida. A parte de eso, los belgas son por naturaleza gente muy sencilla y amigable que te dan la bienvenida con los brazos abiertos.
¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera probar suerte allí?
Que se lance, que no lo piense; pero no sin antes prepararse un poco, sobre todo a nivel de idiomas. Por un lado, Bruselas te ofrece muchas oportunidades, pero por otro lado, el nivel de exigencia o requisitos mínimos es bastante elevado. No debería frenar a nadie este último aspecto, pero sí le aconsejo venir siendo consciente de ello. Se ahorrarán algún que otro disgusto.
