Una entrevista laboral lógicamente genera una serie de emociones cruzadas: ansiedad, angustia o miedo, pero también esperanza, a veces, sobrevaloración de uno mismo, otras lo contrario. Así como cualquier situación en la que seremos evaluados y queremos hacerlo bien, una entrevista implicará un cierto grado de estrés.
Entonces, ¿Cómo gestionar todas esas emociones? En primer lugar hay que decir que ‘gestionar’ no es nunca ‘reprimir’. Esta última es probablemente la alternativa menos adecuada, además de una misión realmente difícil. Al intentar negar o reprimir todo lo que está ocurriendo dentro nuestro ejercemos un esfuerzo emocional muy grande que podría fallar en el peor momento y hacernos cometer errores tontos o tener olvidos importante, además de existir el peligro de que nuestras emociones se manifiesten físicamente (con erupciones, sudoración extrema, temblores o desvanecimientos, por ejemplo).
Por ello, lo más adecuado y saludable es reconocer lo que ocurre dentro nuestro; entender que se trata de algo ‘nuestro’ y que no se corresponde necesariamente con lo que sucede fuera; aceptar esta experiencia; analizarla para descubrir los verdaderos motivos de estas emociones; y finalmente, desdramatizar a través de la comprensión el hecho.
Para ello, es importante hacer hincapié en la entrevista como un evento positivo. Observar esta situación como una posibilidad que se abre, no sólo de acceder a un trabajo, también de interactuar con un entrevistador y tal vez hacer un nuevo contacto para nuestra red. Aprender de la situación de entrevista; no verla como un acto pasivo en el que simplemente iremos a responder preguntas, sino como un verdadero proceso dinámico donde también podremos hacerlas nosotros.
Intenta situarte mentalmente en la entrevista y piensa que frente a ti hay una persona que simplemente está haciendo su trabajo y no busca perjudicarte ni hacer más difícil el proceso. El entrevistador siempre podrá entender que puedas estar un poco nervioso y sabrá comprender si necesitas tomarte un par de minutos para tranquilizarte y responder a sus preguntas. Relájate y piensa que la entrevista es, ante todo, un acto social, donde tú no eres visto como un Cv, sino como un ser humano con reacciones y emociones como las de cualquier otro.
Te recomendamos que siempre que puedas, te tomes unos minutos antes de la entrevista para pensar en las emociones que van surgiendo en ti, reconocerlas y ubicarlas en un lugar que no te perjudique. El miedo, por ejemplo, podría considerarse una emoción positiva si le dejas el espacio apropiado, ayudándote a mantenerte alerta, en lugar de paralizarte.
Finalmente, si a pesar de entender todo lo que ocurre dentro tuyo no logras disminuir los niveles de ansiedad o nerviosismo, te proponemos que aprendas técnicas de relajación basadas en la respiración que te ayudarán a conectar con lo que sucede en ti de un modo más armonioso.
