Brian Chesky, o sobre cómo transformar un colchón en una empresa
Impulsando el hospedaje temporal en casa de particulares, Airbnb (con más de dos millones de alojamientos en 190 países) se ha convertido en uno de los principales referentes de la economía colaborativa y, gracias a este emprendimiento, Brian Chesky, CEO y cofundador de la empresa, ha sido incluido en la lista de los 40 millonarios menores de 40 años de la revista Forbes.
Para quienes no la han oído, esta historia se inicia en el año 2007, cuando Brian Chesky se muda a San Francisco (EE.UU.) junto a Joe Gebbia (quien sería otro de los cofundadores de la compañía). Ambos jóvenes, que se habían conocido en la Escuela de Diseño de la isla de Rhode, licenciados y desempleados, compartían piso y dificultades para pagar las cuentas a fin de mes. Fue justamente este inconveniente económico en común la chispa que les permitió dar vida al exitoso emprendimiento: al enterarse de que todos los hoteles de la ciudad estaban completos por motivo de una conferencia internacional de diseño industrial, los jóvenes decidieron alquilar colchones inflables en su propio piso, brindando alojamiento, compañía y desayuno a quienes habían quedado sin hotel.
La visión de negocio no se hizo esperar. Pronto “Air Bed and Breakfast” (colchones inflables y desayuno) tuvo su propia website y rápidamente “Airbnb” se puso en funcionamiento bajo la premisa de que es posible viajar y conocer gente de un modo más económico y también seguro. Para entonces, Nathan Blecharczyk ya se había convertido en el tercer y último socio cofundador.
Y Brian Chesky afrontaba el desafío de dejar de ser un desempleado para transformarse en el CEO de una prometedora start-up casi sin mediar tiempo para aprendizajes. Una personalidad curiosa y persistente fue entonces la clave para capitanear con éxito la empresa.
En una entrevista realizada por la revista Fortune, Brian reconoció que aprendió todo lo necesario para gestionar la compañía de dos maneras diferentes: una, mediante prueba y error; y la otra, profundizando en los temas del modo más rápido posible, mediante un proceso que él llama ‘ir a la fuente’ y que consiste en identificar a la persona más idónea para cada uno de los temas y dirigirse directamente a ella.
El método de Chesky y el apoyo de la incubadora “Y Combinator”, que apostó por el proyecto, permitieron el crecimiento veloz de la compañía. Pronto, el pequeño piso de San Francisco les resultó más que pequeño a los jóvenes emprendedores y Brian se convirtió durante varios meses en el principal usuario de su plataforma de alojamiento. Aún hoy, el joven millonario sigue utilizando los servicios de su compañía cuando viaja, demostrando que para impulsar una buena idea, es fundamental confiar plenamente en ella.