Las tres habilidades necesarias para ofrecer una atención centrada en el paciente
En los últimos años, la industria sanitaria ha evolucionado de un enfoque muy centrado en los proveedores, las instituciones y los profesionales médicos a otro más propio de sectores próximos al mercado de consumo como es el de retail. Nos estamos refiriendo al hecho de ofrecer una atención centrada en el paciente, o en este caso, en el paciente. La idea es establecer una colaboración entre profesionales, enfermos y familiares con el fin de garantizar que las decisiones respeten las necesidades y preferencias del paciente y que éste participe en la toma de decisiones de su tratamiento. Aquí, por tanto, las palabras clave son colaboración, respeto y apoyo.
Esta concepción surge de una realidad que ya empieza a ser muy común, en la que los pacientes desempeñan un papel mucho más activo en las decisiones sobre su salud. En otras palabras, desean más información y educación para, a partir de ahí, desempeñar un papel protagonista en su recuperación. Además, la atención centrada en el paciente proporciona recompensas importantes como la mejora de los resultados clínicos y de la salud de los enfermos, la disminución del uso de los recursos sanitarios, la reducción de los ingresos hospitalarios y del consumo de fármacos, o el aumento de la satisfacción de los usuarios.
Clave en la selección
Tan importante está resultando esta nueva orientación que se está posicionando como un factor decisivo en los procesos de selección de personal de los centros sanitarios. Ahora, aparte de contar con una formación académica y experimental adecuada, se buscan otra serie de habilidades en los candidatos que, precisamente, potencien ese enfoque centrado en el cliente.
En este sentido, hemos de hablar de tres tipos de habilidades necesarias para conseguirlo y que los candidatos han de potenciar:
- Hacen referencia a la capacidad de análisis, la tolerancia a la tensión, la dirección de equipos, la visión de negocio, la innovación y el liderazgo.
- Se relacionan, fundamentalmente, con el trabajo en equipo, la habilidad de comunicación, la empatía y la capacidad de influencia.
- Comprenden cualidades como la planificación y organización, la gestión del tiempo, la ética profesional y la fijación de metas.
Todas ellas son clave para conseguir empoderar al paciente, fruto de la interacción no sólo con él, sino también con el resto del equipo médico, el cual ha de tener ese mismo objetivo. No obstante, también se pueden destacar otra serie de cualidades necesarias en los candidatos como la motivación para hacer bien su trabajo; el mostrarse como un ser humano, con sus fortalezas y debilidades, capaz reconocer sus errores; y la capacidad para establecer una relación cordial y de confianza con el paciente, guardando siempre una adecuada distancia terapéutica.
En definitiva, a la hora de afrontar un proceso de selección de estas características ya no basta con tener una formación académica brillante y un buen número de prácticas experienciales, sino que también hay que aportar otra serie de cualidades que no sólo van a valorar los responsables de las instituciones sanitarias, sino, fundamentalmente, los pacientes.