Con tan sólo 26 años, Araceli Segarra, natural de Lleida, se convirtió en la primera mujer española en culminar el Everest. A lo largo de su carrera profesional ha coronado algunas de las montañas más altas del mundo, una actividad que inició con tan sólo 15 años. Fue a esa edad cuando siguió el primer curso de espeleología, al que siguieron otros de escalada en piedra y en hielo o esquí de fondo.
Desde entonces, la montaña ha sido su gran pasión, pero no la única. Es vital y polifacética. Modelo ocasional, también es ilustradora de cuentos infantiles (trabaja en la serie Los viajes de Tina, un proyecto educativo para transmitir valores como la amistad o el respeto por el medio ambiente), conferenciante y colaboradora de diferentes medios de comunicación. Ha escrito el libro Ni tan alto, ni tan difícil, en el que detalla algunos de los secretos para llegar a la cumbre. Hay uno, no obstante, que destaca por encima de otros: “tener capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias”. “El resultado final que consigamos en un proyecto, una ascensión, por ejemplo, será consecuencia de todo lo que vayamos aprendiendo en el camino”, detalla Segarra, una lección que es extrapolable a otras facetas de nuestra vida: “Nosotros somos producto de lo que podemos hacer y decidir a lo largo de nuestra vida. Eso es aplicable en nuestra vida personal y en la profesional”, añade la alpinista.
De la montaña también ha aprendido otras cosas como la importancia de saber trabajar en equipo (“el equipo hace que el trabajo sea más eficiente), la necesidad de una actitud positiva y de ser flexible, o la necesidad de saber gestionar nuestros miedos (“lo más importante es ser consciente de las situaciones que pueden generarnos miedos y saber gestionar cómo respondemos ante ellos”).
