Licenciada en Comunicación Audiovisual, Estela Herrera es una joven española de 29 años que desde hace pocos meses está viviendo en Singapur junto a su marido. Ella no trabaja por ahora, pero aprovecha cada momento de la experiencia para aprender cosas nuevas de la cultura y el entorno, mientras busca una oportunidad laboral. De hecho, ya tiene una oferta encima de la mesa y está pendiente de resolver los trámites administrativos necesarios para empezar.
¿Por qué decidiste marcharte a Singapur?
Mi marido fue seleccionado para trabajar en una empresa del país, tras varias pruebas técnicas vía Skype. Aún recuerdo cuando me dijo: “¡Me han cogido! ¿Y ahora qué hacemos?”. A partir de ese momento tomé cartas en el asunto. La cosa ya iba en serio y realmente era una gran oportunidad para su carrera profesional. Es cierto, no obstante, que durante todo un año estuve insistiendo en la necesidad de irnos a vivir fuera. Yo estaba trabajando como administrativa en un departamento de contabilidad. Y lo único que realmente me ataba a España era mi zona de confort, es decir, el hecho de tener un salario mensual, además de mi familia, mis amistades y mi perro.
Tras hablarlo mucho después de conocer la oferta, decidimos no precipitarnos y utilizar nuestras vacaciones para ir a conocer la empresa donde trabajaría y también el país. Fuimos tan sólo una semana de julio. Durante esa semana estuvimos pensando mucho y cambiando de opinión constantemente, hasta que llegó el día que o mi marido firmaba el contrato o perdía la oferta. Fue entonces cuando decidimos decir adiós a la zona de confort y mi marido firmó el contrato. ¿Mi primer pensamiento? ¡Quiero volver a España ya! Yo me fui sin trabajo y de momento estoy buscándolo.
¿Qué es lo mejor de emigrar a trabajar fuera?
Gente que ya ha vivido esta experiencia dice que los dos o tres primeros meses vives en un auténtico sueño, todo es nuevo, descubres la ciudad, ves sitios con encanto, conoces la cultura, la comida, el idioma… En fin, que todo es una aventura. Este es mi segundo mes, así que creo que estoy en pleno sueño. Conozco gente nueva de todas partes del mundo, sigo descubriendo un nuevo Singapur día tras día. Aprendo cosas nuevas constantemente y me propongo ser mejor persona intentando imitar los comportamientos de los lugareños. Estoy teniendo la oportunidad de crecer personalmente y espero que también profesionalmente.
¿Y lo peor?
Lo tengo claro, estar lejos de la gente que quiero. Estoy lejos de mi familia y de mis amigos, no puedo compartir con ellos el día a día. Y perderme lo importante que les pase. Me preocupa, además, que ocurra algo y yo tarde mucho en llegar.
¿Qué es lo mejor y lo peor de Singapur?
Lo mejor es el tiempo (siempre y cuando te guste que sea verano todo el año), la seguridad que se respira en la ciudad, que te permite ir tranquilamente por la calle, y la situación geográfica, que te permite visitar otros países como Malasia, Indonesia o Tailandia. Lo peor, por un lado, son las leyes tan estrictas, como que no puedes comer y beber en el metro, por poner un ejemplo.
Por otro lado, las dificultades que te ponen a la hora de querer trabajar según el visado que tengas. En mi caso, como estoy casada, tengo el “dependant pass” (que no es de los peores), pero a la hora de trabajar necesito que la empresa me rellene un formulario, que posteriormente tendrá que ser aceptado por el Ministerio. Un trámite que no todas las empresas están dispuestas a hacer. De hecho, actualmente me encuentro con este problema. Una empresa quiere contratarme para un proyecto corto de dos semanas y de momento está parado por el visado.
¿Qué recomendarías a alguien que quiera seguir tu ejemplo?
Lo que le recomendaría es que no lo dude ni un segundo. Si tiene la oportunidad de vivir una experiencia parecida, que no la deje escapar.
