¿Te centras en el problema o en la solución?
La manera de afrontar las dificultades define bastante la personalidad de las personas. Más allá de la popular frase ‘Te estás centrando sólo en el problema’, que pretende evitar que nos preocupemos en exceso por los potenciales contras que podrían presentarse en una determinada situación, es importante advertir que para poder hallar la solución apropiada a un problema, deberemos antes ser capaces de conocer exactamente cuál es la dificultad a la que nos enfrentamos.
Saber si tendemos a centrarnos en los problemas o en las soluciones nos ayudará a reconocer nuestras fortalezas y debilidades a la hora de enfrentar obstáculos personales y profesionales. Aquí te contamos cómo saber que clase de perspectiva te caracteriza:
- Persona centrada en los problemas: Para poder resolver un conflicto necesitas previamente analizarlo en detenimientos y comprenderlo integralmente. Eres más racional y estructurado, por tanto, frente a un obstáculo, sueles identificar rápidamente cuáles son las dificultades para avanzar; analizas sus causas y consecuencias; imaginas posibles soluciones y seleccionas la que consideras más adecuada; finalmente, elaboras un plan de acción para la resolución del conflicto. En el aspecto positivo, las personas centradas en los problemas suelen correr menos riesgos de equivocarse a la hora de pensar una solución, debido a que tienen en cuenta un gran número de factores y variables y poseen un profundo conocimiento de la situación a resolver. Sin embargo; por el lado negativo, si no logran encontrar el equilibrio justo entre el análisis del problema y las acciones para resolverlo, pueden llegar a complejizar en extremo la situación hasta volverse incapaces de optar por solución alguna, encontrando en cada alternativa un fallo.
- Personas centrada en la solución: Cuando encuentras un obstáculo, prefieres enfocarte en aquello que sí funciona correctamente para alcanzar lo que no aún has logrado. Tienes un acercamiento positivo hacia la situación y pasas rápidamente a la acción pensando en cómo mejorarla. Sueles tener una visión propia que orienta todas tus soluciones. Frente a una dificultad, sueles pensar en aquello que sí estás haciendo bien y cómo has logrado conseguirlo; identificas los factores que colaboran positivamente en la situación; elaboras tu propia visión sobre cómo te gustaría transformarla; comentas tu solución con otros para contrastar opiniones; pasas a la acción realizando cambios para aproximarte a la situación que deseas. En el aspecto positivo, no temes a los cambios y logras ponerte en acción rápidamente para generar situaciones nuevas. Sin embargo, si desestimas en exceso el análisis del problema probablemente te encontrarás frente a obstáculos similares en el futuro, ya que difícilmente logres reconocer cuál ha sido el fallo.
No hay una única manera de afrontar las dificultades cotidianas, pero el modo en el que lo hacemos define nuestras fortalezas y debilidades. Sea cuál sea la descripción con la que más te identifiques, recuerda que siempre será recomendable intentar mantener un cierto equilibrio para no paralizarnos frente a los problemas ni tampoco repetir a menudo los mismos errores. El problema y la solución son dos caras de una misma moneda con la que tenemos que aprender a vivir diariamente.